2025
POEMA2021
Los poemas como las palabras
van escondidas las unas de las otras,
solo el poeta experto sabe fingir su vida
solo los expertos saben programar sus muertes,
porque las hojas siguen secas
porque la hierba no sabe a nada que te embriague
porque tanto el vagabundo como el artista,
los dos mueren bajo el mismo puente.
Los puentes pueden servir para morir al saltar de ellos,
pueden servir para cruzar los ríos del destino,
o pueden servir para dormir debajo de ellos.
Al final de cuentas, debajo de los puentes
solo viven los profetas y los poetas.
Porque la ciudad se encuentra enfurecida
está llena de gente que aprende solo a estar acomodada
o de talentos para volverse un criminal aburrido,
porque su cordura, es solo parte
de un disfraz camuflado de pensamientos que van y vienen con rumbo fijo.
Como dice el que sabe bien:
la tormenta es la dueña del paisaje de los observadores;
afuera de sus ojos, solo tormentas
al frente de la tormenta, los actores,
detrás de la tormenta, la vida anestesiada del opulento;
y pasan escondidas la una detrás de la otra.
Porque solo el poeta sabe fingir su vida
solo los expertos saben programar sus muertes,
porque las hojas siguen secas
porque la hierba no sabe a nada que te encienda
porque tanto el filósofo como el suicida
los dos mueren bajo el mismo puente.
Me dejo llevar de la tormenta
de las tormentas impetuosas
las dejo mentirme
las dejo ganar las batallas falaces,
ya que pretenden ganar todos los combates.
No hay conflicto sin tormenta
pero sí hay tormentas apaciguadas,
ellas llegan, y me dejo bañar por ellas
aunque me lastimen hasta el profundo de la piel,
y luego las dejo, ya que perdono a las gotas desgarradoras
perdono a las voces de los dioses
falsos
perdono a las uñas que fabrican voces lastimeras,
todo se perdona, todo se mantiene,
al final, el resultado solo lo conoce uno mismo.
El poeta me llama mentiroso
el poeta sabe que miento a cada palabra.
El poeta reconoce el timbre de mi voz
y sabe que miento.
Porque no soy el armónico
menos el sabio,
no soy el poeta dichoso
no soy el quimérico.
No soy de los héroes que van a las guerras
no he ido a ninguna guerra.
No soy un héroe,
puede que exista un héroe dentro de mi
puede que hasta haya un sabio armónico quimérico y dichoso,
pero no los conozco.
Porque ahora vivo pegado de las uñas a la telaraña
la malla que sostiene los tentáculos para sobrevivir
la red que mantiene vivos a los que desean engullir fortuna.
Y entonces salgo solitario, a enfrentar a los vientos que arañan
salgo a competir para subsistir y no vivir como los muertos,
salgo como un perro a husmear las calles
huelo donde hay excremento de otros perros y perras,
y percibo dónde es qué están las acciones subiendo
y dejo una hoja de vida que va vacía y en modo insuficiente.
Los poetas son todos iguales,
se disfrazan para ir a funerales
pero bajan desnudos al sepulcro de sus propias vidas.
Soy un fanfarrón que pretende estar bien,
el poeta me conoce y me lo dice en la introducción.
Pretendo no temblar al abrir la boca y decirle,
que soy un artista... el mejor. Cuando en verdad,
solo vivo debajo del puente donde duermen los abandonados.
Camino ahora en el filo de la espada de sueños ajenos
Camino sendas que no tienen mis pisadas
Camino ciudades que huelen a luchas de clases,
y sobre esas huellas, envío mis hojas de vida
a desconocidos patrones que no tienen nada que ver
con las andanzas de los poetas.
Así se pasan los días entre dimensiones que creo conocer,
cuando en realidad, solo las siento por encimita.
Busco con ansias locas el centro de algo
con la sabiduría desgarrada dentro de mi
y encuentro la cuerda suelta de mi interior
pidiendo a gritos que la abrace,
que ella no es la soga del ahorcado,
entonces la recojo como si tuviera otra vez, cinco años.
Era en mi primer día de colegio
rodeado de monjas y alejado de la cálida protección del hogar,
asumiendo que todo estaba bien. Lanzado a el zoológico
de la educación formalizada, a aprender tanta mentira,
y al final de cuentas, solo termine siendo un don nadie.
Porque los poetas como los pintores y los músicos,
somos un pedazo de carnada de alguien,
un pedazo de la estructura de la nada,
donde ésa nada juega para nosotros,
el papel más boyante entre el extenso canto
de la carta de la imaginación.
Eran cantos que no venían de ningún lugar en particular
Eran cantos que tan solo se escuchaban. Solitarios.
Hay cantos y hay estrofas
Hay versos y hay metáforas
Hay poetas vivos y poetas muertos.
Hay músicos que ya no tocan el laúd.
Hay artistas que viven debajo de un puente.
Al final de cuentas, debajo de los puentes
solo viven los profetas y los poetas.
Hay vientos que susurran maltratos,
aunque los tratos desapropiados,
no provienen del viento
provienen de seres invisibles
que habitan más allá de mi percepción.
No sé qué escribir en los libros
No sé qué escuchar de las flores
no entiendo todas las lecciones que canta el viento.
A veces el viento dobla los árboles
A veces el viento acaricia las ramadas
A veces nos acaricia un viento maligno
A veces nos topamos con un viento que no conocemos
y quedamos como inmóviles
como si estuviéramos muertos,
pero siempre, invisibles.
Entonces nos dedicamos los poetas
enteramente a inventarnos cuentos
que viven dentro del flujo sanguíneo
y que cuando llegan al cerebro,
explotan en fantasías que solo son
un reflejo distorsionado de lo que se ve afuera.
Entonces el que sabe, coplea
y terminamos viviendo vidas falsas
que nada tienen que ver con los cantos del alma
menos con los suspiros del corazón.
Entonces me pierdo a la felicidad
No la encuentro entre las pieles
No la descubro entre mis ojos
No la palpo entre mis dedos,
los mismos dedos que acarician la piel blanda
en las noches en que nos quejamos que nos amamos.
Pero tú tranquila,
la lluvia ha cesado de caer,
no hay pantanales afuera,
todo el camino delante, está fabricado de cemento
y el cemento es frío,
y el cemento, no existe dentro de mi mismo,
sólo existe... afuera, donde no cabalga ninguna yegua salvaje.
Es una danza solitaria
de pensamientos que no van ni vienen...
solo me queda, observar el embrujo de tus líneas
que desnudas pasan entre quehaceres diarios
mostrando la armonía de tu anatomía resuelta,
resuelta al amor
al canto de pareja... al beso,
a la caricia pasajera que nos altera.
Aunque la noto solitaria entre el bosque de sus miedos,
no encuentro nada más satisfactorio,
que el sol de su propia piel alumbrando mi océano
ése océano que es capaz de encontrar las orillas
donde nacen mis locuras más vibrantes.
Entonces ella reanuda el canto al amor
a un amor que no conoce bien,
ella le dice que lo ama
al mismo amor desconocido,
ella, luego del canto y del recital,
sabe que en realidad, no ama a nadie,
lo único que le importa
son las olas y su muelle.
La hierba sigue sin crecer
porque las hojas permanecen secas
porque la hierba nueva nada que brota
el viento la mantiene en suspensión
el frío polar es tremendo,
pero los vagabundos siguen vivos.
El puente puede sostener todo eso
el río también,
las olas que produce el mismo viento de antes,
sostienen toda la fotografía de ésto.
Sí no encajo, la belleza se me incrementa,
sí no me lleno, de belleza salvaje y solitaria,
no me quedaría otra cosa que morir como perro callejero.
En resumidas, la belleza abunda entre perros y perras,
pero también, en los que no encuentran un lugar
entre la colmena de los caninos de dos patas.
Es una soledad que no mata, sólo martiriza al marginado,
es una soledad solitaria en solitud perpetua,
es el encaje de un dios caído, que como desesperado animal salvaje
busca la escala que lo traslada al cielo de los otros vivos.
Es el último recurso del poeta, del filósofo, y del suicida.
Porque los expertos saben programar sus muertes
Porque las hojas continúan secas
Porque la hierba aún no sabe a nada que te embriague
Porque tanto el vagabundo como el artista,
los dos mueren bajo el mismo puente.
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